El 11-S y la funesta manía de pensar
José Luis Gordillo
En Italia, un grupo de
escritores, periodistas y profesores ha publicado un libro titulado ZERO, perché la versiones ufficiale
sull’11/9 è un falso[1] (CERO, porque la
versión oficial sobre el 11-S es una falsedad) y ha promovido la realización,
con financiación obtenida mediante suscripción popular, de un documental con un
título parecido: ZERO-Inchiesta sull’11
settembre (CERO-Encuesta sobre el 11-S). El principal animador de esta
doble iniciativa es Giuliano Chiesa, periodista y eurodiputado adscrito al
grupo socialista. En el libro participan Gore Vidal, Franco Cardini, Marina
Montesano, Gianni Vattimo, Lidia Ravera, Andreas von Bülow, Steven E. Jones,
Claudio Fracassi, Jürgen Elsässer, Webster Griffin Tarpley, Thierry Meyssan,
Enzo Modugno, David Ray Griffin, Barrie Zwicker y Michel Chossudovsky. El
documental lo han dirigido Franco Fracassi y Francesco Trento. Fue presentado
formalmente en la sede del Parlamento Europeo el 26 de febrero de este año. En
él participan, como conductores de la narración, el premio Nobel de literatura
Dario Fo, la actriz Lella Costa y el actor y músico Moni Ovadia.
Ambos –libro y documental-
son un desafío abierto a la orden decretada por la policía del pensamiento, según
la cual está prohibido dudar de la versión oficial sobre la autoría de los
famosísimos atentados, una orden que en España, con muy pocas excepciones, han
obedecido a rajatabla los intelectuales, artistas y dirigentes políticos de
derechas, de centro y de izquierdas.
El documental es más
prudente y el libro más arriesgado. Los autores del primero se han impuesto el
límite de no afirmar nada que no puedan apoyar en datos o testimonios fiables.
Por eso su objetivo es mostrar la falsedad de la versión oficial para poder
concluir que estamos a cero en cuanto a conocimiento de su autoría, pero sin
señalar ningún culpable alternativo ya que no se ha encontrado, por ahora,
ninguna evidencia clara que permita hacer tal cosa. El libro va más lejos. En
él se señalan también las inconsistencias, las clamorosas omisiones y los
hechos misteriosos que no encuentran explicación en el Informe de la Comisión
parlamentaria sobre el 11-S[2].
Pero como en los inicios de todos los procesos de investigación siempre se
plantean conjeturas a partir de los indicios disponibles, se barajan asimismo
diferentes hipótesis sobre sus posibles organizadores. Eso incluye, por
supuesto, la hipótesis del complot interno sobre la que reflexionan sin
complejos Webster Griffin Tarpley y el antiguo ministro de la RFA Andreas von
Bülow. Sus reflexiones no son compartidas por otros participantes en el libro.
Gore Vidal, por ejemplo, estima que la antedicha hipótesis es poco creíble dada
la incompetencia manifiesta de los dirigentes actuales de los EEUU.
En cualquier caso, se trata
de una propuesta valiente que hace gala de una libertad de pensamiento
admirable y que no tiene parangón con nada que se haya hecho en España sobre el
mismo asunto.
Motivos para dudar
Que en España no se haya
producido una discusión racional y libre sobre la veracidad de la versión
oficial de los famosos atentados comienza a ser preocupante, ya que motivos
para hablar y discutir sobre la autoría del 11-S se encuentran a toneladas a
poco que uno se interese por la cuestión. Valga como muestra los siguientes
hechos significativos:
1)
Los rígidos protocolos de protección del espacio
aéreo de los EEUU, heredados de la guerra fría, no tuvieron eficacia alguna el
11-S. La razón principal de esa inoperancia es que, casualmente, el mismo día y
a la misma hora se estaba desarrollando un simulacro de ataques terroristas que
incluían el secuestro de aviones. Según el Informe de la Comisión[3],
varios controladores aéreos no supieron si el desvío de los aviones realmente
secuestrados formaba parte o no de ese simulacro. Por debajo de Cheney y
Rumsfeld (Bush ese día estaba leyendo cuentos a los niños de una escuela y más
tarde fue amenazado de muerte[4]),
los máximos responsables de la protección del espacio aéreo eran los generales
Ralph Eberhart y Richard Myers. Ninguno de los dos dimitió o fue destituido a
raíz de un fracaso tan espectacular.
2)
El que entonces era Secretario de Transporte, Norman
Mineta, declaró ante la Comisión parlamentaria que Dick Cheney se negó
explícitamente a dar la orden de interceptar el vuelo 77 (que supuestamente se
estrelló contra el Pentágono) cuando éste se dirigía hacia Washington, esto es,
hacia la ciudad donde se encontraban precisamente Mineta y Cheney debido a que los
dos estuvieron juntos durante la mañana del 11-S en un bunker en los sótanos de
la Casa Blanca.
3)
En los días previos a los atentados hubo movimientos
especulativos en la bolsa que afectaron a las acciones de la American Airlines y la United Airlines, las dos compañías de
los aviones que serían secuestrados el 11-S. El gobierno de Bush no ha hecho
ningún esfuerzo por explorar esa pista. Es más, el informe de la Comisión
parlamentaria concluyó: “Hasta la fecha, el gobierno de Estados Unidos no ha
podido averiguar el origen de los fondos empleados en los ataques del 11-S. La
cuestión, después de todo, tiene poca importancia práctica.”[5]
4)
El 11 de septiembre de 2001 se derrumbaron tres
y no dos torres del World Trade Center.
La tercera lo hizo a las 17’20h., siete horas después de que lo hicieran la Torre
norte y la Torre sur. Se trataba de la Torre nº 7 llamada Salomon Brothers
Building. Tenía cuarenta y siete pisos, siete más que el edificio más alto
de Barcelona. Se hundió en 6’60 segundos, a velocidad de caída libre (la misma
que si se hubiese lanzado una bola de billar desde su tejado), sobre su propia
base y de forma totalmente simétrica. Contra ese edificio no se estrelló ningún
avión. Nadie ha dado todavía una explicación convincente de un suceso tan
extraordinario. Es como si el Hotel Arts de Barcelona o la Torre Picasso de
Madrid se esfumaran y nadie explicara por qué. En el informe de la Comisión
parlamentaria, la cuestión ni siquiera se plantea. El físico Steve E. Jones[6],
apelando a las leyes de la física y a las reglas de la ingeniería, afirma que
eso sólo pudo ocurrir como resultado de una demolición controlada. Añade que en
las fotos de las ruinas del WTC se pueden observar pruebas de ello. Una
demolición controlada no se improvisa: se prepara con muchas semanas de
antelación. Con todo, eso sólo es una hipótesis. Para corroborarla o refutarla
hubiera sido preciso examinar atentamente los escombros de ese edificio, en
especial los restos de las vigas de acero que formaban parte de su esqueleto.
Pero eso no se hizo porque la Administración Bush lo impidió al enviar
rápidamente los restos de las vigas de las tres torres a China para ser fundidas
en unos altos hornos.
5)
Cientos de bomberos, policías, periodistas y
personas que se encontraban dentro o en las inmediaciones de las Torres gemelas
oyeron explosiones y/o padecieron sus consecuencias en los sótanos y en los
pisos superiores antes y mientras se hundían los edificios (algunos
de los que estaban en los sótanos, por ejemplo, rodaron por los suelos y
sufrieron quemaduras[7]).
La Torre norte y la Torre sur, que, al igual que la Torre nº 7, tenían un
esqueleto de vigas de acero, se transformaron en un amasijo de escombros y
polvo en sólo 10 segundos. Los dos edificios se hundieron también a la
velocidad de caída libre, de forma simétrica y sobre sus propios cimientos. Las
personas que escucharon las explosiones no fueron citadas a declarar por la
Comisión parlamentaria. Sin embargo, en cualquier juicio con garantías serían
las primeras llamadas a testificar.
6)
Nadie ha visto ni una triste foto de restos
significativos (por ejemplo de los motores) del Boeing 757 que, según la
versión oficial, se estrelló contra el Pentágono. En todos los accidentes
aéreos de los Boeing 757, sus motores mastodónticos -o, al menos, restos
importantes de ellos- son fácilmente reconocibles.
7)
Todavía es la hora que se dé satisfacción a la
razonable petición hecha por el cineasta Michael Moore, a saber, que para
acabar de una vez por todas con las dudas sobre el avión del Pentágono se haga
público el contenido de las cintas de las cámaras que rodeaban ese edificio el
11-S.
8)
Por increíble que parezca, el FBI no acusa a Osama
Bin Laden de ser el responsable de los atentados del 11-S porque no dispone de
pruebas para apoyar dicha acusación. Como cualquier persona puede comprobar por
sí misma gracias a Internet, en la página web del FBI, en el apartado dedicado
a los terroristas más buscados, se acusa a Osama Bin Laden de ser el
responsable de los atentados contra las embajadas norteamericanas de Kenia y de
Tanzania de 1998 y de ser “sospechoso de otros atentados ocurridos en otras
partes del mundo”, pero no se le hace ninguna acusación concreta sobre el 11-S.
Este hecho ha llamado la atención de varios periodistas. Uno de ellos, Ed Hass[8],
entró en contacto con los responsables del FBI para preguntarles acerca de los
motivos de una omisión tan llamativa. La respuesta fue que no tenían pruebas
consistentes, de esas que se pueden presentar ante un tribunal, para poder
acusar a Bin Laden en relación con el 11-S, mientras que sí tenían pruebas de
su implicación en los atentados de Kenia y de Tanzania. A la pregunta de Hass
sobre si eso significaba que el FBI no consideraba pruebas convincentes los
videos que todos hemos visto por televisión (la única supuesta “prueba” que ha
convencido a millones de personas de la responsabilidad del ubicuo Bin Landen),
los directivos del FBI contestaron que efectivamente para ellos esos videos no
eran pruebas válidas porque no habían pasado un proceso de autentificación.
Hass sospecha que el FBI, en realidad, no desea que esos videos pasen una
prueba de autentificación porque entonces se demostraría que son falsos.
Malditos criticones
A lo largo y ancho del
mundo, el número de personas que, a la vista de estos y otros hechos por el
estilo, consideran necesario discutir sobre la autoría del 11-S ha ido
creciendo de forma ininterrumpida desde el 2001.
En enero del año en curso,
se celebró una sesión parlamentaria en Japón[9]
en la que se cuestionó abiertamente la versión oficial de los atentados del
11-S. No sólo eso: los parlamentarios que plantearon la cuestión exigieron al
gobierno japonés que llevara a cabo una investigación propia, ya que en esos
atentados murieron decenas de ciudadanos japoneses[10].
La sesión fue retransmitida por televisión. El 10 de junio pasado, la diputada
canadiense Libby Davies, leyó en la Cámara de los Comunes de Canadá una
petición de un colectivo de ciudadanos en la que se solicitaba la creación de
una comisión de investigación propia sobre los atentados del 11-S[11].
La edición noruega de Le Monde
Diplomatique publicó, en su número de julio de 2006, una serie de trabajos
sobre los atentados de continua referencia, concluyendo que fueron el resultado
de un complot interno estadounidense. En Gran Bretaña, Michael Meacher,
ministro del medio ambiente entre 1997 y 2003, publicó un artículo en The Guardian, el 6 de septiembre de
2003, titulado “This war on terrorism is
bogus” (algo así como: “Esta guerra contra el terrorismo es una ficción”),
en el que, entre otras cosas, expresaba sus dudas sobre la versión oficial del
11-S. En Francia, el vilipendiado Thierry Meyssan y sus colaboradores de la Red Voltaire[12] llevan más de un
lustro aportando datos que han pulverizado la credibilidad de la versión
gubernamental. A todo ello se pueden sumar las declaraciones en el mismo
sentido de Fidel Castro, Hugo Chávez, Mahmud Admaniyedad, Ralph Nader[13],
Daniel Ellsberg, Robert Fisk, Jodie Evans, Kevin Danaher, Cynthia McKinney,
John Gray, Jim Garrison, Sharon Stone, Martin Sheen, Charlie Sheen, Juliette
Binoche, Ed Asner, Marion Cotillard, Richie Havens, David Lynch o de Richard
Falk, profesor emérito de Derecho Internacional en la Universidad de Princenton
y relator especial de la ONU para los derechos de los palestinos, que ha
solicitado la creación de una comisión internacional que investigue de nuevo
los atentados del 11 de septiembre de 2001[14].
Asimismo, Francesco Cossiga, democristiano y antiguo presidente de la República
italiana, se despachó a gusto en una entrevista publicada en la versión
electrónica de Il Corriere della Sera, el 30 de noviembre de 2007, al
declarar que “en los ambientes democráticos de América y Europa, con el
centroizquierda italiano en primera línea, todo el mundo sabe que el desastroso
atentado [del 11 de septiembre] estuvo planificado y realizado por la CIA
americana y el Mosad, con la ayuda del mundo sionista, para meter bajo sospecha
a los países árabes y para inducir a las potencias occidentales a intervenir,
ya sea en Iraq o en Afganistán.”[15]
En Estados Unidos han sido
creadas multitud de asociaciones “por la verdad sobre el 11-S”, que incluye a
los “Científicos por la verdad y la justicia sobre el 11-S”[16],
los “Arquitectos e ingenieros por la verdad sobre el 11-S”[17]
y los “Patriotas”[18]
que cuestionan la versión oficial. Entre éstos últimos se encuentran 130
antiguos altos cargos de los servicios secretos y de la administración
norteamericana, 120 pilotos y aviadores profesionales, 260 profesores, 210
familiares de víctimas de los atentados y 140 artistas y profesionales de los
medios de comunicación. A menudo se trata de personas de mentalidad muy
conservadora y con un currículum que no encaja precisamente en lo que la prensa
atlantista europea califica como
“locos lunáticos”, “marginales” o “milenaristas aquejados de confusión mental”.
Estamos hablando, por ejemplo, de Paul Craig Roberts, subsecretario del Tesoro
con Reagan, de Morgan Reynolds, responsable de economía del Departamento de
trabajo con Bush II entre 2001-2002, de Louis Freeh, Director del FBI entre
1993 y 2001, o de Wesley Clarke, el general que dirigió las operaciones de la
OTAN contra Yugoslavia en 1999.
A ellos se puede añadir,
siempre que se sepa leer entre líneas, a Zbigniew Brzezinski, antiguo consejero
de seguridad nacional en los tiempos de Carter y primer presidente de la
Comisión Trilateral. El pérfido Brzezinski declaró, el 1 de febrero de 2007, en
el transcurso de una audiencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del
Senado:
“Un escenario
plausible para un enfrentamiento militar con Irán podría consistir en que el
fracaso iraquí traspasase unos determinados límites; seguido de acusaciones
americanas que harían responsable a Irán de ese fracaso; después, por algunas
provocaciones en Iraq o un acto terrorista en suelo americano, del cual se
haría responsable a Irán [subrayado mío], todo culminaría con una acción
militar americana “defensiva” contra Irán que sumergiría a una América aislada
en un profundo lodazal en el que estarían incluidos Irán, Iraq, Afganistán y
Pakistán.”[19]
Tal vez Brzezinski, cuando hacía esas
declaraciones, estaba pensando en aquella famosa frase del Informe Rebuilding America´s Defenses: Strategy,
Forces and Resources for a New Century del PNAC (Proyecto para un Nuevo
Siglo Americano), publicado en septiembre de 2000, justo un año antes de los
atentados. En dicho informe se hacían diversas propuestas de transformación de
la maquinaria militar estadounidense para poder perpetuar a EEUU como la única
superpotencia global, y se decía que: “el proceso de transformación, por muy
revolucionario que sea el cambio que genere, será probablemente largo en
ausencia de algún acontecimiento catastrófico y catalizador, como un nuevo
Pearl Harbor”[20].
Para todos los críticos
estadounidenses de la versión oficial sobre el 11-S resulta arriesgado expresar
sus opiniones en los EEUU de la Patriot Act y Guantánamo. Y continuará
siéndolo si les dejamos solos frente a un poder tan brutal.
Sin embargo en España, hasta
donde me alcanza la vista, la actividad crítica sobre el 11-S se reduce a los
libros de Bruno Cardeñosa[21]
y a los animadores de las páginas web www.911TruthMadrid
y www.barcelona11s.org. Poca cosa para promover un verdadero debate
público. Ninguno de los grandes nombres del periodismo o del mundo académico ha
levantado la voz, que se sepa, para expresar una duda o una frase mordaz sobre
la versión oficial del 11-S.
¿Por qué ha sido así?, ¿por
qué en España no se ha debatido libre, racional y sosegadamente sobre los
muchos misterios que rodean a los famosos atentados? ¿Sólo por conformismo,
ignorancia culpable, cinismo o por temor al qué dirán? Seamos benévolos con
nosotros mismos. A lo mejor tiene que ver con el tipo de debate que ha
suscitado la masacre de Madrid del 11 de marzo de 2004.
Como todos sabemos, el PP
atribuyó a ETA los atentados del 11-M por motivos electorales a corto plazo. A
esa indignidad le han seguido todas las insidias y maledicencias difundidas por
El Mundo y la COPE. Quienes han
puesto en marcha el ventilador para esparcir toda esa porquería han sido
bautizados como los partidarios de la Teoría
de la Conspiración. Se trata de una expresión poco original porque es la
misma que se utiliza en EEUU para denigrar a quienes cuestionan la versión
oficial del 11-S.
En ambos casos la expresión
es inapropiada, pues el 11-M o el 11-S (en especial éste, dados los
impresionantes medios que hubo que poner en movimiento para realizar con éxito
los atentados) sólo pudieron ser el resultado de una conspiración. Dada su
magnitud, unos atentados así no se improvisan ni se preparan de un día para el
otro. Requieren de una larga preparación y planificación. A esa preparación
previa se le puede llamar, con todas las de la ley, conspiración o complot. De
hecho, el código penal español, al igual que los códigos penales de otros
muchos países, tipifica como delito[22]
la conspiración para cometer ese tipo de actos criminales. Por tanto toda
versión sobre la autoría de ese tipo de atentados es siempre una teoría de la conspiración. Despreciar
a quienes dudan de las versiones oficiales como “conspiranoicos” es una actitud
cuando menos arriesgada, pues también lo son o lo pueden ser quienes defienden,
por ejemplo, la versión oficial del 11-S. Como ha escrito Gerard Holmgren,
con una ironía corrosiva:
“Astutos observadores de la historia han constatado que para cada suceso extraordinario surge por lo menos una, y a menudo varias, alocadas teorías de la conspiración que intentan dar cuenta de él. "La CIA mató a Hendrix" "el Papa asesinó a John Lennon", "Hitler era un hombre-lobo", "los alienígenas espaciales reemplazaron a Nixon por un clon" etc., etc. Cuanto más extraordinario es el acontecimiento, más ridículas y más numerosas son las delirantes fantasías que circulan sobre él.
Así, apenas sorprende que los hechos del 11 de septiembre del 2001 hayan dado lugar a cuentos de hadas absurdos. Y existe como siempre, - tristemente - un pequeño pero incauto porcentaje de la población ávido de tragarse estos cuentos sin tomar en consideración los hechos o el análisis racional.
Una de las historias más delirantes que
circulan sobre el 11 de septiembre, y que ha despertado una especie de culto
entre los entusiastas de las teorías conspirativas, es esa fábula de que fue
llevado a cabo por diecinueve fanáticos secuestradores árabes y fue ideado por
un genio del mal llamado Osama Bin Laden, sin más motivo que el odio que
sienten ‘por nuestras libertades’”[23]
La sentencia del 11-M ofrece
una teoría de la conspiración y el Informe de la Comisión sobre el 11-S
ofrece otra teoría de la conspiración. Por tanto, la única discusión
racional posible debe versar sobre el análisis racional de los hechos que mejor
fundamentan una u otra hipótesis conspirativa.
Respecto a los atentados del 11-S, la opinión
pública mundial se divide entre quienes se creen la teoría oficial de la conspiración islámica, quienes la cuestionan por su
falsedad y quienes dan un paso más y proponen teorías alternativas (como
ocurriría con los defensores de la hipótesis del inside job, del trabajo interno). En relación con el 11-M, la
división se ha producido entre quienes señalan como conspiradores, sin prueba
alguna, a una panoplia de sujetos (Al Qaeda, Al Qaeda en colaboración con
ETA, ETA sola, servicios secretos
extranjeros, sectores de la propia policía española, el Centro Nacional de
Inteligencia, etc) y quienes, como el tribunal de la Audiencia Nacional que
juzgó esos atentados, señalan con abundantes pruebas a un grupo de extremistas
islámicos y confidentes policiales -más listos por lo que parece que los
policías que los controlaban y que los mandos a los que estos policías
informaban-, sin conexión orgánica con Al Qaeda, como los autores de la
matanza.
Bien es verdad que el origen
del debate entorno al 11-M fue el interés espurio de la dirección del PP por
intentar salvar los muebles tras el fracaso de su maniobra de embustes y
manipulaciones, fracaso debido a la resistencia popular. Pero, con todo, en
España ha habido un debate público sobre el 11-M. Hubiera podido ser más desinteresado
y menos barriobajero, pero la verdad es que un cierto debate público se ha producido. En éste se han barajado
hipótesis disparatadas y fantasiosas, ¡incluyendo la hipótesis de que el PSOE
organizó un golpe de estado! (y no, puestos a fantasear, el PP, que era quien
gobernaba y por tanto quien controlaba el Ministerio del Interior). Esa
discusión ha influido en los jueces, los cuales se han visto obligados a
sopesar esas hipótesis y a buscar pruebas que las verificaran o que las
desmintieran. El resultado de todo ello ha sido una sentencia que se apoya en
una instrucción kilométrica, de tal manera que, si uno quiere cuestionar el
veredicto de los jueces del 11-M, debe arremangarse, hincar los codos y ponerse
a estudiar todo el sumario, página por página, testimonio por testimonio,
informe pericial por informe pericial.
En Estados Unidos no ha
habido nada parecido: ni debate público en el que se tuvieran en cuenta hasta
las hipótesis más disparatadas, ni investigación judicial similar a la llevada
a cabo en relación con el 11-M. Solamente se ha producido un informe elaborado
por una comisión parlamentaria presidida por un estrecho colaborador de
Condolezza Rice que, si se caracteriza por algo, es más por sus muchas
omisiones que por su honestidad, seriedad y rigor en la búsqueda de la verdad[24].
A pesar de eso, los gobiernos europeos han dicho amén a casi todo lo que ha
propuesto el gobierno de los EEUU desde el 2001 invocando el pretexto del 11-S.
Sobre la importancia de la
cuestión
En la página web del
ministerio de defensa español se puede leer un documento titulado Revisión estratégica de la defensa, que
fue presentado en el Parlamento español en diciembre de 2002. Nada más empezar
se afirma: “Los dramáticos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, con
los ataques terroristas sobre Nueva York y Washington, han impuesto un nuevo
giro en el escenario estratégico”[25];
en consecuencia: “La amenaza del terrorismo pasa a un primer plano, y la lucha
contra el mismo pasa a ser considerada como un elemento clave de la estrategia
de las organizaciones de seguridad y defensa.”[26]
De creerse lo que dice ese documento, el ejército español desde 2001 se estaría
preparando prioritariamente (esto es: elaborando planes, entrenándose y
gastándose millones de euros) para combatir a un nuevo enemigo denominado
“el terrorismo internacional”. Lo mismo
se puede decir del CNI, el Centro Nacional de Inteligencia, heredero del
antiguo CESID de infausta memoria. El ejército español es pues parte
beligerante en la “guerra contra el terrorismo” declarada por el socio mayor de
la OTAN el 12 de septiembre de 2001, “guerra” que no hubiera tenido ninguna
credibilidad sin los atentados del día anterior.
Al fin y al cabo, buena
parte de los mottos propagandísticos
con los que se ha intentado justificar la participación española en las guerras
de Afganistán e Iraq se inspiran en el discurso antiterrorista difundido a
partir del 11-S. Según Washington y Madrid (y Londres, Berlín, París, Roma y el
resto de los gobiernos europeos) en ambos países existían unas estructuras de
poder que amparaban, daban refugio o financiaban a Al Qaeda y a otros grupos
del “terrorismo internacional”, y por eso había que invadirlos pues constituían
una grave amenaza para la paz y la seguridad mundial. La legitimación social
que, en las sociedades occidentales, tiene la intervención occidental en
Afganistán se debe, en buena medida, a la tesis “conspiranoica” del complot
islámico mundial difundida por todos los gobiernos occidentales y los
principales medios de comunicación desde el 2001.
Por otro lado, reflexionar
sobre la autoría del 11-S lleva también a debatir sobre la principal
justificación de los recortes de los derechos y libertades de los últimos años.
En nombre de la lucha contra el terrorismo, los gobiernos de EEUU y de sus
aliados europeos han impulsado la aprobación de un alud de medidas legales que
convierte en papel mojado una parte sustancial de nuestros derechos
fundamentales. Pero no sólo eso.
En EEUU, desde 2001, se ha
pasado de la declaración formal del estado de emergencia al estado de excepción
de facto. Y éste puede ser el
preludio de una dictadura tout court,
para la cual ya se han puesto los primeros cimientos legales. Además de
Guantánamo y los barcos-prisión, de los “desaparecidos” en los vuelos de la
CIA, de la legalización de la tortura, de la USA Patriot Act, de la Homeland
Security Act o de la Military
Commissions Act, se han adoptado otras medidas de las que apenas se ha
informado. Como la Executive Order 13438,
de 17 de julio de 2007, y la Executive
Order 13441, de 1 de agosto de 2007, que permiten bloquear las propiedades
de los opositores a la guerra de Iraq o a la injerencia estadounidense en
Líbano. O la Sección 333 de la Defense Authorization Act, de 2007, que
autoriza al presidente a emplear las fuerzas armadas para restaurar el orden
público interno en caso, por ejemplo, de insurrección, violencia doméstica,
asociación ilegal o, mira por donde, conspiración. O bien la National Security Presidencial Directive 51,
de 9 de mayo de 2007, que prevé que, en un supuesto de emergencia catastrófica,
el presidente asuma el liderazgo (“The
President shall lead”) de las “actividades del gobierno federal para
asegurar un gobierno constitucional duradero”, lo que implica “un esfuerzo
cooperativo entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial del gobierno
federal”, siendo este “esfuerzo” un acto político que debe ser “coordinado” por
el Presidente. Según esa directiva, pues, el Presidente-Gran Coordinador
“coordinará” los tres poderes del Estado en caso de “emergencia catastrófica”[27].
Y, por supuesto, quien decide si existe o no una situación de “emergencia
catastrófica” es el propio presidente.
En opinión de alguien tan
conservador y comedido –por decirlo de forma suave- como Al Gore, las reformas
legales promovidas por Bush II están poniendo en peligro la continuidad de lo
que él entiende por “democracia”. Lo dice tal cual en su libro El ataque
contra la razón, traducido a varios idiomas y del que apenas se ha hablado
aunque fue publicado simultáneamente al encumbramiento de Gore como apóstol del
ecologismo. La conclusión del mismo se titula “Renacimiento de la democracia”,
por estimar Gore que la democracia en EEUU se debe reimplantar tras su agonía
con Bush. El que fuera vicepresidente con Clinton no se anda con chiquitas (ni
tampoco, como se verá, con mucho respeto por la exactitud histórica) a la hora
de formular una denuncia de tal calibre. Quien hoy podría ser el presidente de
EEUU dice literalmente:
“Los Padres Fundadores de este país estaban
más influidos de lo que nos imaginamos por la atenta lectura de los aspecto
históricos y humanos que rodearon a las democracias de la antigua Grecia y de
la república romana. Sabían, por ejemplo, que en Roma desapareció la democracia
el día que Cesar cruzó el Rubicón, infringiendo la prohibición tradicional del
Senado de que los generales, volviendo de la guerra, entrasen en Roma mientras
aún tenían el mando de sus tropas. Aunque el Senado conservase su existencia
formal, y se le siguiese la corriente durante varias décadas, lo cierto es que
tanto él como la propia república romana (y el sueño de la democracia) se
marchitaron y murieron cuando César, de una manera muy poco política, aunó su
papel de jefe militar con el de jefe de Estado; y así, a todos los efectos, fue
la propia democracia la que desapareció de la faz de la tierra durante
diecisiete siglos, hasta renacer en nuestro país.
Nuestro actual presidente se fue a la guerra,
y a su regreso, simbólicamente, desfiló por la ciudad vestido de comandante en
jefe, declarando que hasta nuevo aviso el país se halla en guerra permanente,
la cual probablemente dure toda nuestra vida. Da a entender que ese estado de
guerra permanente justifica su reinterpretación unilateral de la Constitución en
el sentido de incrementar su poder como presidente a expensas del Congreso, los
tribunales y los ciudadanos.”[28]
Gore asimismo dedica un
capítulo a lo que llama “la política del miedo” y otro a “las mentiras útiles”.
El contenido del primero se puede resumir con un par de versos del artista
italiano Ascanio Celestini: “Il popolo é come un
bambino: li meti paura e ti ubidisce subito” (el pueblo es como un niño:
le metes miedo y te obedece enseguida). A eso, dice Gore, se ha dedicado Bush
la mayor parte de su mandato. El
capítulo que versa sobre la utilidad política de las mentiras consiste en una
crítica frontal al uso que ha hecho la Administración Bush-Cheney del recuerdo
del 11-S para justificar la invasión de Iraq. De ese capítulo vale la pena
citar el testimonio de Richard Clarke, antiguo asesor de Bush en temas de
terrorismo. Clarke explicó, en el programa de televisión 60 minutes, que el 12 de septiembre de 2001:
“El presidente me llevó a toda prisa a un
cuarto con un par de personas más, cerró la puerta y me dijo: ‘Quiero que
descubra si Irak ha hecho esto’ […] Yo le dije: ‘Señor presidente, eso ya los
hemos hecho. Hemos estado trabajando en este asunto. Lo hemos observado con una
mente abierta. Señor presidente, no hay relación alguna’. Él se volvió hacia mi
y me dijo: ‘Irak. Sadam. Descubra si existe un vínculo’ […]. Nos reunimos todos
los expertos del FBI y de la CIA. Todos estuvieron de acuerdo con nuestro
informe, y se lo enviamos al presidente; pero el asesor o subdirector de
seguridad nacional lo rechazó: ‘Respuesta equivocada. Pruebe de nuevo.’[…]. Y
no creo que él, el presidente, lea informes cuya respuesta no le guste.”[29]
Los gobiernos europeos van
por el mismo camino, tanto por lo que se refiere a las políticas del miedo y a
las mentiras útiles como al desprecio por la democracia y los derechos
fundamentales. El 13 de junio de 2002, el Consejo de la Unión Europea aprobó
una decisión marco que considera “actos de terrorismo”, entre otros supuestos,
destruir propiedades privadas o públicas (como incendiar papeleras o autobuses)
con la intención, entre otras, de “obligar a un gobierno o a una organización
internacional a tomar una decisión o abstenerse de hacerlo”. Es decir que
quienes protesten contra la OMC, el FMI, el Banco Mundial o la UE, que, como
todo el mundo sabe, son unas organizaciones la mar de democráticas, llevando a
cabo alguna clase de “violencia contra las cosas”, serán considerados unos
“terroristas” susceptibles de ser tratados como tales por la terrorífica
normativa antiterrorista. Incluso les puede ocurrir lo mismo sin ejercer
ninguna clase de violencia, como les ha sucedido a Núria Portules, Sabino
Ormazabal y a una larga lista de personas de religión musulmana que han sido
detenidas como presuntos terroristas a bombo y platillo y dejadas en libertad
tiempo después -de una forma mucho más discreta- debido a que los jueces no
encontraron prueba alguna que fundamentara la acusación inicial. Mientras
tanto, un equipo de asesores de la UE está elaborando una base de datos sobre
los troublemakers[30],
los alborotadores que protestan y acaparan la atención de las televisiones con
motivo de las cumbres de los mandamases del mundo.
A ello se debe añadir un
sinfín de nuevas leyes antiterroristas aprobadas en varios estados miembros,
como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia o España, y las medidas legales o
para-legales de coordinación antiterrorista entre EEUU y la UE, que incluyen la
extradición express, la fiscalización
de las transacciones financieras, el acopio de información sobre todos los pasajeros europeos que viajan en avión a EEUU
y la libertad de acción de los servicios secretos estadounidenses en el
territorio de la UE.
Esta retahíla de mentiras,
abusos de poder, agresiones, crímenes y manipulaciones nunca hubieran sido aceptadas
socialmente sin el 11-S. Es por tanto un imperativo moral y político discutir
sobre la autoría del 11-S. Es más: todos nos deberíamos sentir un poco
avergonzados por no haberlo hecho durante los últimos siete años. Manuel
Sacristán, cuya lucidez nunca será subrayada lo suficiente, escribió en su
artículo “La OTAN hacia dentro” que la forma en que nos estaban metiendo en esa
organización los sedicentes “socialistas” dirigidos por los González, Guerra,
Solana, Serra, Peces-Barba, etc., iba a comportar una inmensa corrupción moral.
En mi opinión, negarse a discutir en serio sobre la autoría de los atentados
del 11-S implica compartir o haber interiorizado ya, por activa o por pasiva,
esa corrupción moral.
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[1] Vignoli, R., ed., (2007), ZERO. Perché la versiones ufficiale sull’11/9 è un falso, Casale Monferrato: Edizioni Piemme Spa. Más información sobre el libro y el documental en www.zerofilm.info. Quien desee organizar un pase del documental puede escribir un correo electrónico a info@gruppozerodistribuzione.it o bien llamar por teléfono al 3939435023 e.
[2] The 9/11 Commission Report, Norton, , New York/London, 2004 [tr. castellana parcial: CMI, (2005), 11-S. El informe, Paidós, Barcelona.]
[3] Vid. CMI, 11-S. El informe, op. cit., pág. 36.
[4] “El Air Force One es el próximo.”, dijo una
voz anónima el 11-S en una llamada telefónica al entorno de Bush, según una noticia
aparecida en el The New York Times, el
13 de septiembre de 2001, firmada por William Safire. Según este periodista,
Kart Rove le explicó que el mensaje contenía elementos que permitían afirmar
que los “terroristas” conocían los códigos y procedimientos del propio servicio
secreto. La recepción de la llamada fue confirmada por Condolezza Rice en una
intervención televisiva en Fox News Sunday, el 16 de septiembre de 2001.
[5] Vid. CNI, 11-S.El informe, op. cit., pág. 170.
[6] En su artículo “¿Por
qué se derrumbaron realmente los edificios del WTC?”, que se puede encontrar en
www.scholarsfor911truth.org.
[7] Ver testimonios en los videos cortos de la página web www.911truthmadrid.org. También en los documentales Loose Change Final Cut y Inganno Globale. Ambos se pueden encontrar en la página mencionada con subtítulos en español. Ver asimismo entrevista a William Rodríguez, héroe condecorado del 11-S, en elmundo.es, 11 de septiembre de 2006 y “Entrevista. William Rodríguez, héroe nacional del 11-S” en www.belt.es, 28 de marzo de 2008.
[8] Vid. Hass, E.
(2006), “No hard evidence connecting Bin Laden to 9/11” en Muckraker Report, 6 june de 2006, www.muckrakerreport.com/id267html
[9] Vid. “Atentados del 11 de septiembre de
2001: el parlamento japonés plantea los interrogantes de Thierry Meyssan” en Red Voltaire, 18 de febrero de 2008.
[10] En los atentados murieron
personas de decenas de países diferentes, tres de ellas de origen español: Silvia
San Pío (la única con nacionalidad española), Jerónimo Domínguez y Edelmiro
Abad (de origen español pero con nacionalidad estadounidense), vid. El País, 1 de septiembre de 2002.
Los gobiernos de cada uno de ellos deberían exigir aclaraciones a las autoridades
de los EEUU sobre las omisiones y los hechos misteriosos del 11-S. Si éste se
niega darlas, entonces esos gobiernos deberían iniciar su propia investigación
o apoyar la creación de una comisión internacional de investigación
independiente del gobierno estadounidense, similar a la que se ha creado, por
ejemplo, para investigar el asesinato de Rafik Hariri, el antiguo primer
ministro de Líbano asesinado en 2005.
[11] Vid “Les députés néo-démocrates
canadiens mettent en cause l’administration Bush dans les attentats du 11 septembre” en Reseau Voltaire, 13 de junio de 2008.
[12] La página web de la Red Voltaire por la libertad de expresión fue cerrada por orden de Nicolás Sarkozy a principios de agosto de este año. La excusa formal para adoptar tal medida fue un artículo, de Thierry Meysan sobre las estrechas relaciones entre Sarkozy y la CIA.
[13] Vid “100 personalidades impugnan la versión oficial sobre el 11 de septiembre” en Red Voltaire, 25 de noviembre de 2004.
[14] Vid “Un relator especial de la
ONU pide una investigación internacional sobre el 11 de septiembre” Reseau Voltaire, 18 de abril de 2008
[15] Vid edición electrónica de Il Corriere della Sera, 30 de noviembre
de 2007.
[16] www.stj911.com
[17] www.ae911truth.org
[18] www.patriotsquestion911.com
[19] Vid The Washington Note, 2 de febrero de 2007, www.thewashingtonnote.com/archives/001916.php (tr. mía).
[20] Vid “Rebuilding America’s Defenses” en www.newamericancentury.org., pág. 51.
[21] Cardeñosa, B. (2003), 11-S: historia de una infamia, Corona Borealis, Madrid y (2005), La jugada maestra, Temas de Hoy, Madrid.
Cardeñosa defiende tesis muy parecidas a las de Thierry Meyssan.
[22] Vid. Artículo 579 del Código Penal.
[23] Vid. Holmgren, G.(2003): “Debunking
Conspiracy Theorists. Paranoid Fantasies About 911 Detract From Real Issues” en
www.rense.com/general34/fant.htm (tr.
mía)
[24] Vid, Ray Griffin, D. (2007), “Il Rapporto della Commissione sull’11 settembre. Il capolavoro di omissione e mistificazione di Philip Zelikow” en ZERO, op. cit., págs. 29-52. El informe de la Comisión dedica mucho espacio fundamentalmente a dos cuestiones: a la evaluación de la eficacia de los servicios de bomberos, ambulancias, policía, emergencias, etc y a relatar una extensa historia de Bin Laden y Al Qaeda basada en informaciones (o fabulaciones) de los servicios secretos.
[25] www.mde.es/descarga/red.pdf, pág. 20
[26] Ibid, pág. 21.
[27] El cual es definido como “… un incidente, sin importar su ubicación geográfica, que produzca niveles extraordinarios de desastre masivo, daño o perturbación que afecten severamente a la población de EEUU, su infraestructura, medio ambiente, economía o funciones de gobierno”. Por lo demás, la directiva contiene unos anexos secretos. Vid. Stephen Lendman, “Estado policial en EE.UU, una mirada retrospectiva y hacia el futuro” en Rebelión, 26-12-2007.
[28] Gore, A (2007).: El ataque contra la razón, Debate, Barcelona, pág. 240.
[29] Ibid., pág. 119. En un sentido similar se expresa Clarke en su libro (2002), Contra
todos los enemigos, Taurus, Madrid, pág. 50-55
[30] Vid www.statewatch.org/news/2008/apr/04eu-troublemakers.htm